Los traumatismos dentales son una de las urgencias odontológicas más frecuentes en personas de todas las edades. Pueden provocar problemas como fracturas, avulsiones (desprendimiento completo de una pieza) o luxaciones (desplazamiento de un diente o muela).
Estos incidentes suelen ser consecuencia de golpes o caídas fortuitas, pero ocurren con mayor frecuencia durante la práctica de deportes y actividades físicas, especialmente aquellas que implican contacto. En estos casos, el uso de un protector bucal puede prevenir daños en la boca y la mandíbula.
Protector bucal: ¿qué es y para qué sirve?
Es un dispositivo confeccionado con distintos materiales que, colocado en la boca, protege dientes, encías, lengua y mandíbula. Su función principal es amortiguar golpes y evitar lesiones como fracturas dentales o daños en los tejidos blandos.
Se recomienda para niños, adolescentes y adultos que practiquen deportes de contacto o actividades con riesgo de caídas.
Tipos de protectores bucales
Existen tres tipos principales:
1. Protector bucal estándar
Tiene medidas genéricas y no se adapta a la anatomía del paciente, lo que puede resultar incómodo y dificultar un buen ajuste en la mordida.
2. Protector bucal semiadaptable
Fabricado con materiales termoadaptables que se moldean con calor. Se suele sumergir en agua caliente antes de colocarlo para que tome la forma de la boca.
3. Protector bucal a medida
Es la opción más recomendada, ya que se confecciona de forma personalizada para cada paciente. Se adapta perfectamente a la boca y oclusión, ofreciendo máxima protección y comodidad durante la práctica deportiva, evitando molestias y roces.