Este gesto infantil presente en bebés y en algunos niños suele despertarnos ternura. Pero lo cierto es que, de no ser controlado en edad temprana, este reflejo tranquilizador para ellos puede provocar efectos indeseables en los más pequeños. Generado en muchas ocasiones con la aparición de los primeros dientes, es necesario que no se convierta en un mal hábito. Chuparse el pulgar, a la larga, puede crear problemas de desarrollo de la cavidad bucal.
¿Por qué se chupan el dedo los bebés y los niños?
Se trata de un gesto que les brinda sensación de bienestar. Bien por reminiscencias a la lactancia, bien por el placer de ser un movimiento que alivia sus encías, es una costumbre habitual que puede incluso ayudarles a dormir. Aunque muchos niños abandonan esta etapa solos, en algunos casos, el hábito persiste.
¿Qué problemas asociados puede tener chuparse el pulgar?
Al encontrarse en plena formación y crecimiento, chuparse el pulgar puede modificar la estructura de la boca de los más pequeños, al ser más moldeable. La más habitual es la deformación del paladar, pero también puede crear problemas de mordida (maloclusión). En ambos casos, si no se pone freno, será necesario que el niño siga tratamientos específicos para devolver la salud a su boca y contribuir a que los dientes adopten la posición correcta.
Nuestros especialistas en odontopediatría pueden ayudar sin problema a esta reeducación postural que necesitan los pequeños. Especializados en el trato con niños, puedes pedir cita para que te asesoremos ante este tipo de cuestiones y evaluemos la salud dental de tus hijos. De esta forma, realizaremos también una importante labor de prevención que agradeceréis en el futuro, anticipándonos a posibles problemas dentales.